Cierre los ojos un minuto. Prepárese una taza de café con los ojos cerrados. O envíe un correo electrónico a un amigo. No somos conscientes de lo importante que son los ojos hasta que dejamos de ver. Pero siempre lo damos por sentado. Le invitamos a que reflexione en lo siguiente…
En primer lugar, ¿conoce la anatomía de un ojo? ¿Sabe cómo funciona el ojo? Un rayo de luz que rebota en un hermoso objeto golpea su pupila y se refleja en la lente para enfocar la retina en la parte posterior del ojo. Seguidamente, millones de células fotosensibles captarán la luz y la convertirán en señales eléctricas que se transmitirán al cerebro a través de los nervios. El cerebro interpreta las señales eléctricas y construye la imagen del objeto que le gusta.
Es un proceso fantástico. Sin embargo, hay muchas cosas que pueden salir mal. La edad, el estrés, las fuerzas de la gravedad, la presión ocular, la presión arterial, los traumatismos físicos… Todos pueden dañar la función de un ojo. Piense en todo con lo que deben lidiar los ojos. Ya sea marinero de aguas saladas bajo un sol radiante, boxeador, científico en el Ártico… O quizá trabaje demasiado. Los ojos se ven definitivamente afectados por lo que hace y dónde lo hace. En muchos casos, la desviación de la visión perfecta puede corregirse con gafas. Su óptico le podrá aportar más información.
Recuerde que un buen óptico es un experto en el cuidado de los ojos y gafas. Rebosa de conocimientos y experiencia. Además, utiliza tecnología avanzada y tiene acceso a productos innovadores de alta calidad. Acostúmbrese a consultar a su óptico con regularidad. Podrá aportarle más información sobre el estado de sus ojos y, si es necesario, recomendarle qué hacer.
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